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La historia de John J. McCloy es impresionante, y podría seguir por mil párrafos más, pero es hora de retomar a Maurice Strong y las ONG’s.
Como recordará, cerré el capítulo anterior escribiendo sobre el comienzo de la carrera política de Maurice al frente de la Oficina de Ayuda Exterior del gobierno canadiense y su disolución para la creación de dos siniestras agencias como engranajes de la maquinaria para el lavado del dinero sucio financiero y la injerencia política en el tercer mundo: la CIDA y el IDRC.
A grandes rasgos, el funcionamiento de estas dos herramientas podría explicarse de la siguiente manera: el Centro de Estudios para el Desarrollo Internacional se encarga de recolectar las cuantiosas donaciones del sector privado -como pudieran ser ‘la banca’ o diversas corporaciones trasnacionales-, parte de los cuales son utilizados para el financiamiento directo de ONG’s de primer orden que operan en países tercermundistas; parte de estos fondos también eran destinados al CIDA, entidad que los canaliza -junto con los dineros de los contribuyentes canadienses- hacia las ONG’s de segundo orden que operaban tanto en Canadá como también en los países subdesarrollados. Por lo menos, así funcionó el esquema hasta hace algunos años cuando, debido a ciertos escándalos en el financiamiento de fundaciones “progresistas” como ‘Alternatives’ (36) por parte del CIDA, esta agencia fue absorbida en 2013 por el Departamento de Asuntos Exteriores de Canadá (24). Este escándalo -junto con otros tantos- salieron a la luz gracias a que la CIDA, en tanto organismo público, se encontraba sujeto a un estatuto que lo obligaba a rendir cuentas ante el parlamento y, por tanto, para llevar a cabo el lavado de activos de compañías financieras como el antiguo Chase Manhattan Bank, la JP Morgan (actualmente fusionada con el CMB bajo el nombre de JP Morgan Chase) o la Goldman Sachs (dueña de parte del paquete accionario del Grupo Clarín, para variar) y destinar estos dineros a sus fundaciones “filantrópicas”, era necesario crear otro instrumento que pudiera operar sin estar sujeto a engorrosas auditorías públicas. De este modo, antes de abandonar el CIDA para iniciar su fructífera carrera dentro de las Naciones Unidas, Maurice impulsa la creación del Centro de Estudios para el Desarrollo Internacional en 1970. El IDRC (por sus siglas en inglés) se constituyó como una Corporación Federal Canadiense de La Corona (37) -o sea, que responde directamente al Commonwealth (38), LA CORONA BRITÁNICA- y, por tanto, su rendición de cuentas ante el Parlameno canadiense se realiza por medio del Ministerio de Desarrollo Internacional; aunque, dadas las potestades que le brinda su estatu como propiedad de La Corona, no tiene obligación alguna de informar detalladamente sobre sus cuentas y los movimientos de las mismas así como otros aspectos de sus actividades. Aunque la ley canadiense establece que la mayoría de los miembros de su Junta Directiva deben de ser nativos del Canadá, según su estatuto, el IDRC puede incorporar extranjeros a la misma; con relación a su financiamiento, tal estatuto también le permite recibir u otorgar financiación a empresas, particulares, fundaciones y Estados u organismos públicos de otros países, verbigracia la Fundación Ford o el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (39). Por si no ha quedado claro: el IDRC es una corporación gubernamental, estatal pero no pública (perteneciente a la monarquía canadiense liderada por su majestad, Elizabeth Alexandra Mary Windsor, la Reina Elizabeth II del Reino Unido de la Gran Bretaña y Reinos del Commonwealth (40)), que además de funcionarios públicos puede estar conformada por actores del sector privado; sector que, a su vez, le financia por medio de cuantiosas donaciones excentas de impuestos; donaciones que su estatuto le permite direccionar hacia otros actores de la administración pública (como el CIDA), el sector privado, organismos públicos de países extranjeros, organizaciones no-gubernamentales e individuos particulares; además de beneficiarse del presupuesto público. En resumen, el IDRC es una enorme orgía caminante que desparrama dólares a su paso, un gigantesco “laverrap financiero a cielo abierto”; una grosera invitación a la corrupción más degenerada e impúdica, otro milagro del “primer mundo”. Esto ha quedado demostrado a finales del año 2010, momento en que salieron a luz pública algunos detalles sobre el espurio manejo que el IDRC hacía con el financiamiento brindado por y a diversas ONG’s para subvencionar proyectos en el África. Así lo denunció Véronique Le Clezio en una carta publicada por el CMAJ (Canadian Medicine Assosiation Journal, según sus siglas en inglés), el periódico de la Asociación Canadiense de Medicina, en la cual afirma la enorme contradicción existente en el hecho de que la Fundación Gate haya destinado una importante donación de 5.2 millones de dólares en apoyo a los programas para el control del tabaco en el África patrocinados por una entidad cuya Junta Directiva era presidida por una empresaria tabacalera; pero Le Clezio remarca otro hecho aberrante que hace a la cuestión: del total del dinero recibido, el IDRC únicamente entregó a los verdaderos destinatarios el equivalente al 30% sin constar en sus informes de acceso público el derrotero del dinero faltante (41). En el año 2007, mientras la Fundación de Bill y Melinda Gate entregaba al IDRC una cifra cercana a los U$D 5.200.000, Barbara McDougall asumía la presidencia de la Junta Directiva de Gobernadores del Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional. La ex Ministro de Asuntos Exteriores de Canadá y ex miembro de la Cámara de los Comunes del parlamento canadiense por el Partido Conservador Progresista (y no, no es un chiste de Les Luthiers), además de ser una ferviente defensora del aborto, antes de asumir como presidenta de la Junta Directiva de Gobernadores del IDRC, supo ser miembro de otras dos juntas directivas: la del Scotiabank y la de Imperial Tobacco Canada, la subsidiaria canadiense de British American Tobacco, donde estuvo en funciones durante casi todo su mandato en el IDRC (42). Como en el caso de Maurice Strong, se repite la ecuación: al igual que el magnate petrolero asumió la lucha contra el desastre ecológico provocado por la industria del petróleo, una empresaria del tabaco asume la dirección de una entidad que destina dinero a la lucha contra el tabaquismo; algo así como si la DEA designara como su director al “Chapo” Guzmán, o la InterPol pasara a ser comandada por Dany “El Rojo”; seguramente, si fuéramos un país del “primer mundo”, ya hubiéramos designado como Presidente del Banco Central a Luis Mario Vitette o a “La Garza” Sosa como Jefe del Servicio Penitenciario… aunque hay que destacar los esfuerzos del ‘macrismo’ por integrarnos a las dinámicas del mundo desarrollado, siendo que la Gobernadora de la Prov. de Buenos Aires tiene como Ministro de Seguridad a Ritondo. En ese sentido, no piense Usted que estas personas han tomado la decisión de realizar un drástico viraje en sus vidas luego de tomar conciencia del enorme daño que sus negocios le han causado a la humanidad y al planeta entero, nada que ver; la adopción de perfiles “filantrópicos” y el consecuente activismo de estos individuos se encuentra pura y exclusivamente relacionado con la intención de explotar nuevos mercados. Por ejemplo -y como veremos en detalle más adelante-, Strong fue el impulsor del IPCC, organismo que tuvo como Presidente a otro magnate petrolero: Pachauri, quien -al igual que Al Gore- hizo fortunas al montar una empresa de energías renovables. En este caso, no es coincidencia que McDougall (miembro de la Junta Directiva de la subsidiaria canadiense de British America Tobacco) asumiera la dirección de un organismo que subvenciona proyectos para el control del tabaco en África, puesto que el BAT se encontraba (y presumo que aún se encuentra) en el desarrollo de nuevos negocios relacionados con el control del tabaquismo a través de la comercialización de cigarrillos electrónicos y “bolsas de nicotina” como alternativa a los clásicos cigarrillos que vende en otras partes del mundo (43). En tal contexto, toma más importancia la “fase 2” del escándalo público denunciado por la Asociación Canadiense de Medicina ¿A dónde fue a parar el resto del dinero que el IDRC recibió de la Fundación Gate y no entregó a sus verdaderos destinatarios? ¿Habrá servido para financiar el desarrollo de los nuevos emprendimientos “saludables” del BAT? (44). Por otro lado, queda por analizar al otro protagonista de esta historia: la fundación del magnate de la informática Bill Gate. Si bien la fundación del inventor de Windows, luego de hacerse público el enorme conflicto de intereses al interior de la Junta Directiva del IDRC, decidió descontinuar el apoyo financiero brindado a los proyectos apadrinados por la entidad canadiense (45); lo cierto es que la Fundación Gate continua apoyando diversas iniciativas para el control del tabaquismo alrededor del mundo patrocinadas por ONG’s directa o indirectamente relacionadas con la industria tabacalera, como es el caso del ICSS (Instituto Carlos Slim para la Salud), organización “filantrópica” perteneciente al magnate mexicano del tabaco y las telecomunicaciones Carlos Slim, dueño del 20% del paquete accionario de CIGATAM, subsidiaria mexicana de Phillips Morris, compañía de la que Slim forma parte de su Junta Directiva (46).
Por último, y a modo de cierre de este extenso párrafo, no quiero dejar de mencionar que uno de los países donde el IDRC vuelca mayor cantidad de fondos para la lucha por el control del tabaquismo es Eritrea; un país cuyo gobierno es altamente cuestionado debido su política de violación sistemática a los DD.HH que los canadienses (y el “primer mundo” por completo) se jactan de defender, donde la tortura y la muerte ya no es moneda corriente sino el pan de cada día para muchos colegas periodistas que desaparecen por decenas cada año a causa de ejercer este noble pero bastardeado oficio (47).
Al comenzar este capítulo me
referí a las ONG’s como el SIDA que destruye las defensas del Estado
y las instituciones públicas, así como la relación que la
comunidad mantiene con estas. Bueno, debo confesarles que he cometido
un error, puesto que no he querido decir SIDA sino CIDA aunque para
el caso, el una letra no altera el resultado. El CIDA es ese SIDA al
que hice referencia, un virus meticulosamente desarrollado por
Maurice Strong en los laboratorios del Ministerio de Asuntos
Exteriores del Canadá.
Dos años después de que Paul Martin
Sinior designara a Maurice al frente de la Oficina de Ayuda Exterior
perteneciente a su cartera, en 1968, el Primer Ministro Pearson
ordena la creación de la Agencia Canadiense para el Desarrollo
Internacional en reemplazo de la oficina presidida por Maurice, quien
quedará al frente de la nueva agencia.
De esta manera, el joven
magnate petrolero construyó para el CIDA un organigrama compuesto,
en gran medida, por otros talentosos jovencitos del sector privado; a
medida que el trabajo del CIDA iba tomando entidad, las asignaciones
parlamentarias comenzaron a crecer sustancialmente, aún más rápido
de lo que lo hacía la capacidad del CIDA para desembolsar este
creciente capital económico en las tareas que hacían sus
menesteres, por lo que el volumen de asignaciones no gastadas
aumentaba constantemente. A la par, el programa bilateral global que
ya se encontraba en proceso al momento en que Strong tomó las
riendas de la ayuda canadiense para el desarrollo internacional, se
acercó a su forma final a medida que el mismo se expandía
agresivamente en el África francófona y otro programa daba inicio
en Hispanoamérica.
Mientras tanto, se diseñaron políticas en
términos de ayuda que resultaron ser duraderas, al tiempo en que
terminaba de consolidarse el concepto de ‘asistencia multilateral’.
Strong
también estimuló la innovación significativa en la programación
receptiva y la divulgación pública con el establecimiento de ONG’s
y programas de negocios, y en la investigación del desarrollo con la
creación del IDRC. En gran medida, la era Strong debe entenderse
como una oportunidad histórica especial, moldeada por la novedad de
la actividad y su importancia en Canadá durante un período de
agitación cultural y económica; una oportunidad que Strong y sus
colaboradores cercanos explotaron con vigor (48). Desde entonces y,
con el correr del tiempo, la maquinaria puesta en marcha por Maurice
fue transformándose paulatinamente en una herramienta vital para la
injerencia de las ‘potencias occidentales’ en la política y la
economía del tercer mundo. Este asunto despierta grandes
controversias al seno de la sociedad canadiense donde, con
frecuencia, se discute el hecho de que la “ayuda para el
desarrollo” esté íntimamente ligada a los intereses económicos
canadienses, a lo que el CIDA contestó en su momento que “la ayuda
‘ligada’ es un instrumento legítimo para impedir que otros países,
a través de los recursos de la ayuda para el desarrollo, subsidien a
empresas competidoras en países industrializados” (49). Pero esto
que aquí escribo no es una suposición basada en indicios
circunstanciales, ya en 1968 el académico de la Universidad de
Toronto Stephen G. Triantis(50) escribió y publicó un documento
titulado “El propósito de Canadá en la extensión de la
asistencia extranjera” en el que afirmaba que la ayuda económica
al extranjero “puede usarse para inducir a los países
subdesarrollados a aceptar el status quo internacional o cambiarlo a
nuestro favor”. El escritor y activista canadiense Yves Engler
afirma, en tal sentido, que “(…)
como uno de los primeros defensores de los programas de ajuste
estructural del Fondo Monetario Internacional / Banco Mundial, desde
principios de la década de 1980, Canadá ha canalizado cientos de
millones en dólares de «ayuda» para apoyar los esfuerzos
de privatización y liberalización económica en el Sur Global”
(51). Y es que el CIDA no es un simple ‘actor pasivo’ dedicado
únicamente a canalizar el dinero de los contribuyentes canadienses y
los activos financieros lavados a través del IDRC en pos de estas
iniciativas sino, más bien, un protagonista activo y también muy
efectivo. De esto pueden dar testimonio los hermanos colombianos,
quienes fueron damnificados por el cabildeo del CIDA a favor de las
empresas mineras canadienses en las tierras de Jorge Eliécer Gaitán,
llegando al punto de conseguir reescribir el Código de Minas de la
República de Colombia en conjunto con la Universidad de la Columbia
Británica (52). Pero el caso de Colombia no es aislado, es una
constante en la historia reciente en cuanto la política exterior
canadiense, como demuestran el Prof. Todd Gordon (Wilfrid Laurier
University) y el Dr. Jeffery J. Webber (University of London) en la
investigación titulada “Blood of Extraction: Canadian Imperialism
in Latin America” (53). Si esto no bastara, Yves Engler también ha
denunciado la actividad de las ONG’s ligadas al CIDA como una
“segunda ocupación” en terrotorio iraquí tras la guerra
desatada en 2003 por el Presidente de los EE.UU. George Bush al
frente de la OTAN (54).
Pero la meteórica carrera geopolítica de Maurice Strong recién estaba arrancando y, luego de supervisar personalmente el tendido de este monumental tinglado de corrupción trasnacional (como buen maestro mayor de obras), ya se encontraba listo para dar el siguiente paso.
Lee las entregas anteriores:
Referencias:
(36) https://en.wikipedia.org/wiki/Alternatives
(37) https://en.wikipedia.org/wiki/Crown_corporations_of_Canada
(38) https://en.wikipedia.org/wiki/The_Crown
(39) https://en.wikipedia.org/wiki/International_Development_Research_Centre
(40) https://en.wikipedia.org/wiki/Monarchy_of_Canada
(41) http://www.cmaj.ca/content/182/13/1449.1
(42) https://en.wikipedia.org/wiki/Barbara_McDougall
(43) https://www.capitalfm.co.ke/business/2019/07/bat-to-launch-smoke-free-cigarrettes-in-kenya/
(44) https://blogsofbainbridge.typepad.com/africa/2010/06/the-question-worth-asking-idrc-what-did-you-do-with-the-3505535-that-were-not-allocated-to-african-g.html
(45) https://blogsofbainbridge.typepad.com/africa/2010/05/update-about-the-grants-awarded-by-the-gates-foundation-to-tobacco-control-programs-in-africa.html
(46) https://tobaccocontrol.bmj.com/content/19/6/437
(47) https://blogsofbainbridge.typepad.com/africa/2010/04/how-many-journalists-jailed-in-eritrea.html
(48) https://books.google.ca/books?id=O5lkDQAAQBAJ&pg=PA67&dq=SNC+CIDA+offices+in+African+countries+where+Canada+has+no+diplomatic+representation&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwidxLynj-DgAhXGc98KHUQmBzEQ6AEIKjAA#v=onepage&q=SNC%20CIDA%20offices%20in%20African%20countries%20where%20Canada%20has%20no%20diplomatic%20representation&f=false
(49) https://books.google.com.ar/books?id=O5lkDQAAQBAJ&pg=PA86&lpg=PA86&dq=stephen+triantis+papers&source=bl&ots=LVQ6ByN_-I&sig=ACfU3U38Jc5K8xsIhkSALvBQdSm-2_asmQ&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjK8v7t3ZbrAhUqJ7kGHZHLB4E4ChDoATAAegQIChAB#v=onepage&q=stephen%20triantis%20papers&f=false
(50) https://www.legacy.com/obituaries/theglobeandmail/obituary.aspx?n=stephen-george-triantis&pid=189773507&fhid=2167
(51) https://www.globalresearch.ca/canadian-aid-designed-to-maintain-western-capitalist-dominance-of-the-global-south/5332650
(52) https://movimientom4.org/2013/09/sobre-como-la-agencia-canadiense-de-desarrollo-internacional-reescribio-el-codigo-de-minas-colombiano-y-la-universidad-de-la-columbia-britanica-fundo-el-instituto-de-minas/
(53) https://www.globalresearch.ca/canadian-mining-imperialism-profits-coercion-and-resistance/5580733?print=1
(54) https://www.globalresearch.ca/the-humanitarian-invasion-of-afghanistan-occupation-by-ngo/20919
Por: Nicolás Escribá.
Periodista profesional MN 14.779
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