Si no es que me encuentro equivocado y mi ya frágil memoria me está fallando, creo que fue para el final de la nota editorial del mes de agosto del año pasado, que hice referencia al asunto que hoy deseo tratar con la mayor profundidad que los ajustados tiempos editoriales me lo permitan.
En dicho texto, solté al aire una sentencia que me fue ampliamente discutida aunque jamás rebatida, acerca del origen común que gran parte de las problemáticas que hoy padecemos tienen. Y esto, en sí, es un problema mucho más grande, si cabe; la madre de todos los problemas de nuestra sociedad, el principal error de base, ese que vuelve inútiles todas aquellas respuestas con las que intentamos abordar los males que afectan nuestro presente.